El judo y el Ikigai se unen en un mismo propósito: vivir en paz y con sentido. A través de esta filosofía, comprendemos que la verdadera fuerza está en la armonía, la resiliencia y el respeto, valores que el judo promueve para construir un mundo mejor, sin egoísmos ni conflictos.
El Mundial Juvenil de Judo de 1998 en Cali mostró al mundo la mejor cara de Colombia: organización, hospitalidad y pasión por el deporte. A pesar de las limitaciones, fue un evento histórico que posicionó al país en el judo mundial y dejó una huella de paz y excelencia.
La paz es más que ausencia de conflictos: es respeto, empatía y armonía.
El judo enseña estos valores al formar personas resilientes y solidarias.
Como enseñó Jigoro Kano, la verdadera fuerza se usa para proteger y construir paz.
